Ciudadanos que pagan campañas


¿Quién dice que los madrileños no se gastan dinero en periódicos? Y no me refiero únicamente a los de pago. Últimamente los gratuitos les salen carísimos merced a la campaña del Ayuntamiento de la capital por promocionar sus obras de la M-30.

Una falsa portada, contraportadas, encartes sueltos y demás inserciones en apenas una semana no son baratas. Me atrevo a decir que ni las mayores producciones de Hollywood se pueden permitir una campaña de publicidad así. No tengo de datos exactos, pero cifro en unos cuantos millones de euros el precio de informar a los madrileños acerca de las bondades de los nuevos túneles que circunvalan Madrid o sobre el famoso "¿Qué pasaría si nunca pasase nada?" que trata de justificar unas obras que han hecho de Madrid un verdadero caos en los últimos cuatro años. Si a eso sumamos las numerosas cuñas de radio, anuncios de televisión y carteles en marquesinas y demás soportes el presupuesto se dispara. Pero poco parece importar cuando ese dinero sale de los bolsillos de los ciudadanos. No hay más que darse una vuelta por la red de metro para cerciorarse que más de la mitad de los carteles de publicidad tienen un origen institucional. No sólo el Ayuntamiento decide gastar ingentes cantidades de dinero en campañas informativas. La Comunidad de Madrid es experta también en "vendernos" cualquier cosa: los nuevos centros sanitarios que han abierto, los planes para las personas dependientes, las oportunidades que tienen los emprendedores en nuestra región, lo bueno que es estudiar en Madrid... Cualquier cosa que deje bien al gobierno municipal o regional es suceptible de ser plasmada en una campaña publicitaria. Todo esto se entiende si pensamos en lo cerca que están las próximas elecciones. Resulta mucho más barato -al PP en este caso- promocionar sus logros de gestión con cargo al presupuesto público en vez de que el dinero salga de las arcas del partido.
Simplemente vergonzoso. Las distintas administraciones deberían pensar muy mucho cómo se gastan cada céntimo que proviene del esfuerzo de sus contribuyentes. En el caso de la publicidad institucional sólo me parece justificada en casos muy concretos en los que la necesidad de hacer llegar a un amplio espectro de la población un mensaje muy importante no esté garantizado. Pero es que los periodistas por deficinión ya tienen el deber de informar a través de sus contenidos de la gran mayoría de actuaciones de los poderes públicos. Y lo hacen como servicio público que son. Por ello es aún mas insultante las brutales cantidades de dinero que dedican a publicidad institucional. Una publicidad institucional que sólo debe tener un fin: informar, nunca persuadir. Y cuando lo que se trata es de persuadir para conseguir el voto a través del convecimiento de que las actuaciones del gobierno de turno son buenas y que por ello debe continuar, la vergüenza es aún mayor.

Difícil será que se denuncie esta situación en los medios de comunicación convencionales, ya que todos se ven muy beneficiados por el dinero que reciben de sus institucionales anunciantes. Ya se sabe que lo que no aparece en los medios no existe, pese a que todos nos lo encontremos en nuestras narices día tras día.

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