La importancia de la suerte


Decepcionó la final de ayer. Lo hizo porque esperabamos a ver al Milán que borró al Manchester en San Siro frente a ese Liverpool tan competitivo capaz de ganar a cualquiera. Pero no fue así.
La suerte hizo que un golpe franco ejecutado por Pirlo se convirtiera en el primer gol. Era una falta peligrosa pero Reina estaba bien colocado. Sin embargo el balón golpeó en una diosa fortuna vestida de milanista desviando su trayectoria. Inzaghi anotaba el primer gol en la primera ocasión que tuvo. Era el minuto 45 de la primera parte. Antes de esto al guardameta del Liverpool apenas se le había visto por televisión. Si alguien llevó peligro fue el Liverpool, que se encontró con el inesperado regalo del balón y que poca cosa supo hacer con él. Tras la reanudación los de Rafa Benítez gozaron de un buen par de ocasiones, pero la suerte parecía estar aliada con el Milan. Todas las atenciones que le negó en la final de Estambul se las prestó ayer. Alguien podría pensar en que lo justo era que los italianos obtuvieran ayer lo que se les negó hace dos años. En ese caso se hizo justicia. Lástima que ni el destino ni la justicia sean cosas reales en fútbol. Y si no que se lo pregunten al Espanyol, que hace una semana volvió a caer en una final de la UEFA por penaltis de la manera más cruel que podía imaginarse.
Se suele infravalorar el papel de la suerte en todos los órdenes de la vida. En el fútbol no es diferente. En ocasiones no basta con estar preparado para conseguir el objetivo. También se necesita un empujoncito a favor. O al menos que no se reciba uno en contra. No quiero decir con ello que el Milan haya ganado la Champion por azar. Pero desde luego no hizo más que el Liverpool por alzar la copa. Ninguno de ellos hizo un buen partido. Ninguno de los dos usó sus armas para lograr la victoria. Con ello el triunfo se decidió en pequeños detalles sin que ni Milan ni Liverpool pudieran decir que habían sido superiores al contrario. Otra vez será.

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