¿Delirios de grandeza?


En ocasiones, el éxito se sube a la cabeza. De hecho es lo habitual y es justamente lo contrario (que la gente que consigue triunfar en algún aspecto relevante de la vida se siga mostrando tal y como era antes) lo que nos suele llamar la atención.

Algo de esto le está pasando al Getafe. El club madrileño ha pasado en pocos años de estar a punto de desaparecer en la Segunda B a jugar una final de Copa del Rey y clasificarse para Europa. El mérito es tremendo y no voy a ser yo ahora el que lo descubra. Sin embargo parece condición indispensable al llegar a esas alturas que se produzca una cierta pérdida en las formas.

Los periodistas que siguen habitualmente la información del equipo notan como ahora es más dificil hablar con cualquier personaje del club. Antes se era mucho más amable y no había tantos intermediarios. Tal vez eso sea tan inevitable como comprensible. Cuando una entidad crece se pierde cercanía. Pero hay algo mucho más importante. Me refiero al caso de Vivar Dorado. El que era hasta esta temporada capitán ha sido todo una institución en el club azulón. Llegó a Getafe cuando era un equipo que luchaba por mantener la categoría en Segunda. Por aquella época era todo un lujo que un club tan modesto pudiera permitirse un jugador de tanta calidad. Vivar fue también protagonista en Primera, y el año pasado gozó de muchos minutos. Sin embargo esta temporada se le dijo que no se contaba con él y que se buscara equipo si no quería verse apartado. No se le ha dejado despedirse de una afición que le adora. Ahora el próximo puede ser otro capitán protagonista de la gesta del ascenso: Mario Cotelo. El presidente Ángel Torres y el futbolista tienen pendiente una conversación, pero los ánimos del jugador no son buenos.

Una lástima que el Getafe no sepa tratar bien a estos dos futbolistas que le han dado tanto. Esperemos que sólo sean dos errores aislados y no el síntoma de los primeros "delirios de grandeza".

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