Suerte y Justicia

La televisión nos acerca las cosas, pero a la vez las disfraza con un velo de irrealidad. Cuando uno ve la cantidad de desastres que pasan en el mundo a través de la pequeña pantalla, no las asimila realmente. Son como si fuera una película. Cambias el canal y se pasan. Es por ello que cuando ocurre algo cerca de ti te continúa pareciendo irreal. Uno no está entrenado para esas cosas. No creo que haya forma alguna de prepararse. Y casi es mejor no pensarlo.

Hay gente que dice que te haces adulto cuando tu jugador favorito es más joven que tú. Yo, inocentemente, pensaba así hasta hace un par de años. Fue cuando me di cuenta que, realmente, lo que hace que te des cuenta de tu condición de mortal es ser consciente de que vas a morir. Todos sabemos desde niños que somos mortales, pero en realidad no pensamos que podemos morir. Eso es algo que les pasa a los viejos o a gente con mala suerte, pero no a nosotros. ¡Cuan equivocados! Cualquier hijo de puta en una carretera puede mandarnos al otro barrio. O un desgraciado incendio que no has provocado, puede poner fin a tu vida. Poco importa que no tengas culpa, que la tengan los demás, que sea una cuestión de pésima suerte o que, gracias ha que salves a mucga gente seas tu el que muera. La Justicia no existe en la naturaleza, ni la divina ni la que tratamos de imponer los hombres. No sabemos cuando vamos a morir y es mejor no pensarlo. Pero si es bueno recordar aquello tan manido, pero no por ello menos falta de razón de que “la vida son dos días”. No merece la pena perderlos por parte de los que tenemos la suerte de seguir aquí. No sería justo.
C. H. D.E.P

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