Futbol dentro del campo, bochorno fuera de el

Un tempranero gol de Roberto Izquierdo a los siete minutos de partido precipitó el desenlace esperado del Adarve-Alcalá. El conjunto complutense fue tan superior en el campo como en presupuesto, aspiraciones y situación en la tabla. Un doblete de Miguel Ramos certificó la victoria rojilla. Sólo con 0-3, el Adarve empezó a buscar la portería de Juancho, un poco aprovechando el fuerte viento que soplaba a su favor, algo más por orgullo propio, pero sobre todo, por relajación del Alcalá. Fue así como llegó el golazo de Javi Martín tras ejecutar magistralmente un lanzamiento de falta que colocó en la escuadra rojilla.
Y poca historia más tuvo el encuentro dentro del campo. Fuera de él si hubieron cosas que reseñar por cada uno de los equipos. En primer lugar, el Adarve es cierto que no dio buena imagen. Pero más que el juego propiamente dicho del conjunto del Barrio del Pilar, lo preocupante es la espiral en que se ha metido. Mucha culpa de ello la tiene parte de su entorno, que ha sido, y es, tremendamente injusto con sus exigencias. Sólo hay que fijarse en las continuas críticas que se escuchan desde la grada. Parecen olvidar que el Adarve era un equipo de Preferente al que, a poco más de un mes para empezar la Liga, le dijeron que iba a jugar en una categoría superior como es la Tercera, sin apenas tiempo de planificar, con escasos recursos, pero con la incomprensible presión de tener que ganar todos los partidos. ¿Por qué? No lo sé. Lo normal es que la afición estuviera disfrutando de la experiencia de jugar en Tercera, pero no es así. No se trata de hacer una apología del conformismo, sino de ser justo. Hay que exigir, pero conforme a las posibilidades del equipo. Pero sobre todo, aquellos que exigen resultados, deberían, si no sumar, al menos no restar.
En cuanto al Alcalá, la nota negativa la volvieron a poner los de siempre. Una decena de ultras tuvieron que ser desalojados del campo por la policía tras colarse en Ganapanes. Al parecer, quieren mucho al Alcalá, pero no tanto como para comprar una entrada y apoyar de cerca al equipo, como sí hicieron otros muchos seguidores rojillos. Tras ser expulsados del recinto, decidieron seguir su fiesta desde fuera y, cual auténticos chimpancés, treparon por las vallas para continuar con su patético show, que incluía la quema de una bengala. Ellos mismos se retratan con sus actos. Lo malo es que su comportamiento se asocia inevitablemente con el nombre del Alcalá, que arrastran continuamente por el suelo con cada acción que perpetran. Al club y a algunos jugadores, habría que recordarles que ante esta gente la única actitud posible es la de tolerancia cero.

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