Un cortijo llamado Fifa


En 2002 Corea llegó a semifinales del Mundial que organizaba junto a Japón tras eliminar a Italia y a España. El mundo entero asistió en ambas eliminatorias a un espectáculo bochornoso de injustas decisiones arbitrales encaminadas a que uno de los organizadores llegara lo más lejos posible. Fue tan descarado que pensé que ya nada volvería a ser como antes en el fútbol. Me equivoqué. Hasta ese momento pensaba que la FIFA era un organismo internacional que velaba por la justicia en el fútbol. Hoy sé que no es así. Y no es una valoración despectiva, es un hecho. La FIFA tiene su sede en Suiza (casualmente) y se rige por las leyes del país helvético. Realmente, es una empresa privada más cuyo principal interés es el beneficio económico. No es un órgano supranacional al estilo de la Unión Europea, por poner un ejemplo, en el que se reúnan los distintos países para llegar a acuerdos por el bien común de la comunidad internacional (futbolística en este caso). Más bien es un club privado. Por eso puede admitir o expulsar a quien lo desee. Por eso podría echar a España si se le antoja y que la Selección y los equipos de la Liga se queden sin jugar competiciones internacionales. Cuando Joseph Blatter amenazó diciendo que le bastaban seis horas para expulsar a España de la FIFA, iba en serio. A cualquiera le escandalizaría una decisión de estas características si se tomara por parte de un organismo público y democrático, pero es que la FIFA no lo es. La FIFA es un cortijo privado en donde sus jefes se reparten los beneficios que genera el deporte rey a su antojo. Las únicas leyes a las que se someten son a las suizas, mientras que ella obliga a cumplir las suyas a todos los países que quieran participar en sus competiciones. Por esta razón es por la cual FIFA obliga a sus afiliados a no recurrir nunca a la justicia ordinaria (esa que en los países democráticos como España emana del pueblo) para resolver sus conflictos. Es como una mafia que se rige por sus propias normas.

Parece increíble que España se pueda quedar sin jugar la Eurocopa de este verano por que su Federación se niegue a cumplir una orden del Consejo Superior de Deportes (órgano dependiente de un Gobierno que ha sido elegido libremente por los ciudadanos y que, por lo tanto, es fruto de la soberanía popular ). Pero lo cierto es que podría pasar si el CSD y la RFEF no llegan a un acuerdo. La ley obliga a convocar elecciones a todas las federaciones deportivas españolas que no hayan logrado clasificarse para los juegos olímpicos. Este es el caso de la de fútbol. Si bien es cierto que el balompié es un caso particular por su alto grado de profesionalismo y que no resulta asimilable al resto de deportes, la ley no hace distinción. Pero su presidente no la quiere hacer cumplir. Villar no desea convocar elecciones porque, en el fondo, concibe la Federación como una empresa privada al estilo de la FIFA. Aduce que la mayor parte de los ingresos que consigue los produce por ella misma y no por las subvenciones estatales, lo cual es indudable. Pero ¿se ha preguntado la razón por la cual logra tantos ingresos? Tal vez no. La RFEF vive de la Selección, equipo que no se limita a llevar el topónimo de España como un club normal puede llevar el de una ciudad. No. La Selección representa a España. Es el combinado de una nación de 42 millones de personas y por lo tanto, de 42 millones se seguidores potenciales. Ahí radica su poder de convocatoria. En ser el equipo de un país basado en leyes democráticas que Villar no parece querer cumplir. Por lo tanto no es un club privado, como lo es la FIFA. Y es que es en esta cuestión es donde radican gran parte de los problemas del fútbol mundial. En que el máximo órgano de gestión del balompié no tenga ni rastro de legitimidad democrática popular. Así, podrá seguir haciendo lo que se le plazca con el cortijo en que ha convertido el fútbol. Eso sí, beneficiándose de los países e ignorando sus leyes por muy legítimas y democráticas que sean (dos características de las que carece cualquier precepto de Fifa).

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