2 de mayo: la memoria histórica de Aguirre


Dentro de unos días se celebrará el bicentenario del 2 de mayo de 1808. Para recordar la fecha en la que el pueblo madrileño se levantó contra la invasión francesa se han preparado multitud de actos entre exposiciones, espectáculos, publicaciones, etc. La Comunidad de Madrid se ha volcado, como no podía ser de otra manera, para festejar por todo lo alto tan importante aniversario. Sin embargo, tengo la duda de si tanto afán por conmemorar el bicentenario no oculta intereses subrepticios por parte la presidenta de la Comunidad. Por todos es sabido que Esperanza Aguirre no da puntadas sin hilo y la oportunidad que se le presenta con este acontecimiento para hacer apología de su ideología resulta evidente. En las exposiciones, espectáculos y publicaciones programadas, conceptos como España, nación o libertad (inevitablemente asociados al pensamiento del PP debido a su continua intención por acapararlos) están muy presentes. La derecha ha tomado como bandera los acontecimientos del 2 de mayo, lo cual no deja de ser una reivindicación de la memoria histórica, esa que tanto criticaban cuando lo hacía el PSOE con la Guerra Civil del 36 por que decían que dividía a los españoles. De lo que no se quieren dar cuenta es que en 1808, además de una guerra contra el invasor francés, el conflicto también supuso una guerra civil entre los españoles afrancesados que apostaban por una modernización del país (aun a costa de caer bajo el yugo galo) y los españoles que defendían la independencia nacional (aun a costa de guardarle el trono al absolutismo borbónico).

La propaganda masiva, esa que llega al gran público, va por la senda del patriotismo, del ejemplo de lucha por la nación española. Lo mejor para combatirla es aceptar su invitación e interesarse a fondo por el 2 de mayo y por la Guerra de Independencia. Sólo bajando a la letra pequeña se verá con detalle un acontecimiento tan complejo como el sucedido hace ahora doscientos años. Así se evitarán interpretaciones unívocas e interesadas y cada uno podrá sacar las muchas enseñanzas que pueden extraerse del levantamiento. A mi, por ejemplo se me ocurre una. Y es que una de las cosas que quedó patente en aquellos momentos es el gran error que supone que un pueblo intente imponer por la fuerza a otro sus ideas por muy buenas que estas sean. Le pasó a Francia con España hace 200 años. O, sin ir más lejos, a Estados Unidos con Iraq hace poco.

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