El campeón lo eligen las áreas



El fútbol no es justo. Como no lo es la propia vida, que en ocasiones no entiende de méritos. Ambas realidades entienden más de lógica que de justicia. Resulta evidente que en el fútbol, los partidos se deciden en las áreas. En la propia para no perder y en la contraria para ganar. Fue en eso en lo que falló el Getafe, porque en todo lo demás estuvo más que correcto. Pero con delanteros que no suman y porteros que restan, es muy difícil lograr títulos. Más si cabe si regalas al rival los primeros diez minutos, como hicieron los azulones con el Valencia. Los de Koeman salieron más mentalizados de lo que es una final y escondieron por un instante el balón a los de Laudrup. Lo justo para que cuando el Getafe empezara su partido ya tuviera dos goles en contra. Entonces se vio el encuentro que todos el mundo esperaba: balón azulón y contras naranjas. Ambos conjuntos se iban a disputar la Copa jugando a ‘piedra, papel o tijera’. La ventaja a favor hizo crecer la roca valencianista hasta tales proporciones que el Getafe no tenía papel para abarcarla. No le quedaba otra que ser agresivo y tirar de tijera, arma para la que el equipo no está preparado, pues la suya carece de puntas y de mango por donde asirla. Con Uche lesionado y sin noticias de Kepa durante toda la temporada, Manu del Moral y Albín dan para lo que dan, que es poco. Difícil hacer daño al rival con un ataque tan romo y, en cambio, muy fácil causárselo a uno mismo con un mango tan afilado y oxidado como el que supone la portería azulona. La semana pasada fue Pato y ayer Ustari, los que con graves errores acabaron por hacer perder a su equipo ante Bayern y Valencia respectivamente. En el Valencia, todo lo contrario. Hildebrand salvó a su equipo en un par de ocasiones y Morientes dio una lección de oportunismo y gol para matar el partido. Ahí estuvo la diferencia. En las áreas.

El Getafe acumula en los últimos días tanto dolor como ilusión había conseguido generar con su comportamiento. Todo lo contrario que el Valencia, que ayer logró restañar por unos días la hemorragia que le tiene anémico durante toda la temporada. En realidad, lo de ayer fue un paréntesis de lógica en medio de una temporada de bendita para unos y maldita para otros, anormalidad futbolística a tenor de los presupuestos y plantillas de los respectivos equipos. Cuanto más medios tienes, más fácil es que consigas el fin. El Getafe sigue demostrando que se puede competir con otros argumentos, pero el destino sigue despertándolo de su sueño en el último momento. Lástima que no logren culminar con un título sus ejemplos de coraje y, sobre todo, buen fútbol. Quizá el año que viene.

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