Pagaron el Pato, pero qué grandes

Qué espectáculo ofreció ayer el Getafe. Una página más, posiblemente la más brillante de su ya gloriosa historia reciente, escrita ante todo un Bayern de Munich. Una montaña de las grandes, de las que se suelen despeñar todos los equipos españoles, incluidos los más grandes. Pero si de por sí la pendiente estaba inclinada desde un principio, los últimos acontecimientos terminaron por convertirla en una pared. Poco importó a los azulones el no poder contar con Pablo, un auténtico puñal por la banda derecha, ni con Granero, uno de los jugadores con más calidad que ha salido de la cantera del Madrid en los últimos tiempos, ni con sus dos centrales titulares porque Mario (en la ida) y Tena en los dos partidos, suplieron a la perfección a Cata, que se perdió toda la eliminatoria y Belenguer, que sólo salió para sustituir -en otro infortunio más- al maltrecho mejor delantero del equipo: Uche. Tampoco se amilanó cuando a los cinco minutos fue expulsado De la Red. Al contrario, los azulones se conjuraron para que no se notara que jugarían todo el partido con un hombre menos. ¿Cómo? Pues corriendo y ayudando más que nunca. El despliegue físico fue espectacular. La solidaridad en las ayudas, ejemplarizante. El rigor táctico, perfecto. Cosas que si se suman a un equipo que sabe tratar la pelota con enorme criterio lo hacen muy peligroso, por mucho Bayern que estuviera enfrente. Casi todos los jugadores de Laudrup dieron el 200 % de lo que tenían dentro. Y es que si su rendimiento habitual fuera ese, sería difícil verles jugando en el Getafe en vez de en algún equipo de mayor presupuesto. Algo de responsabilidad tendrá en ello el técnico danés, que ya ha mejorado la excepcional campaña que firmó su antecesor en el cargo, Bernd Schuster. Jugadores y técnicos de 10, lo que vuelve a demostrar la gran labor del presidente Ángel Torres al frente del equipo.

He visto a muchos equipo encerrarse atrás al primer balón directo de los bávaros. El Getafe no lo hizo ayer en ningún momento, ni cuando más miedo tenían derecho a sentir. Aguantaron de pie con heroicidad y casta, pero también con inteligencia y sangre fría. Si un extraterrestre vio ayer el partido, sin conocer nada de ninguno de los dos equipos, pensaría que era una batalla de igual a igual. Tampoco se dejaría conmover por el conmovedor mito de David contra Goliath y reconocería que el Bayern tuvo muchas opciones para ganar el partido, pero también dispuso de ellas el Getafe.

Por cierto, sí, al final cayeron eliminados por un desafortunadísimo Pato, pero ¿y qué?

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