Guti, Raúl, la cigarra y la hormiga


¡Qué feliz era Guti en el verano de su carrera! Nunca se exigió demasiado, pero era tanto su talento que con un mínimo esfuerzo lograba el suficiente crédito como para disfrutar del sol que sólo ilumina a los futbolistas del Real Madrid. Un milimétrico pase entre líneas que dejaba sólo a un compañero, una pared devuelta en la frontal del área con la precisión de un videojuego o una vaselina imposible para superar la salida del portero rival le bastaban para ganarse la admiración de todo el mundo. Aunque no así el respeto. Sólo los más conscientes de lo exclusivo de su calidad le perdonaban la inconstancia en el esfuerzo, la apatía a la hora de defender o la frivolidad que rodeaba su imagen. Aunque poco pareció importarle. El ‘enfant terrible’ de Torrejón decidió asumir el papel de un genio incomprendido víctima de la envidia de parte de la afición y la prensa. De todas maneras el sol brillaba, las flores de la fama desprendían su aroma embriagador y él cantaba y bailaba en los garitos más de moda de la capital. El futuro no le preocupaba lo más mínimo: el cielo era tan azul sobre su cabeza y tan verde el césped bajo sus pies… Pero la carrera de un futbolista no es eterna.
Una triste mañana, el ‘14’ del Madrid fue despertado por un frío intenso; la desconfianza de su entrenador, los reproches de la prensa y las lesiones le habían hecho caer en el olvido de la afición. La camiseta blanca que solía vestir en los partidos fue sustituida primero por un gris chándal para el banquillo y por un negro traje después para cuando ni siquiera entraba en las convocatorias. El invierno se acercaba en forma de retirada.
-¿Qué va a ser de mí? Este invierno durará para siempre, -se decía. -¿Por qué no pedirle ayuda a mi compañero Raúl? -El frío también estaba llegando para el gran capitán, pero éste se había preparado durante el buen tiempo acaparando merecimientos. El grato cobijo que ofrecen las páginas más gloriosas de la historia del Real Madrid, de las que Raúl ya formaba parte, bastaría al ‘7’ para capear el ocaso de su carrera.
De pronto Guti se acordó de la fábula de Esopo. Sabía que de nada le valdría ahora pedir ayuda a la hormiga, pero él se tenía por alguien más listo que una simple cigarra. Iré allá donde todavía no es invierno-, se dijo. Y siguiendo el ejemplo de Beckham, pensó en emprender viaje hacia otras ligas ignorando que, tan difícil es escapar del paso del tiempo como cambiar la imagen que uno se ha forjado a lo largo de él.

1 comentarios:

CESAR&CARMEN dijo...

¡Qué bonito, a la par que didáctico!