La contaminación antideportiva del periodismo

Sid Lowe, escribía recientemente en Sports Illustrated un artículo titulado "Los medios de comunicación españoles anteponen la lealtad a su club a la información equilibrada". El periodista británico especializado en el fútbol español explica a una audiencia eminentemente norteamericana el modelo de la prensa deportiva española; cómo Marca, As, Sport y Mundo Deportivo "apoyan a sus equipos y hacen campañas en su nombre. Son fanáticos y manipuladores. Se ven a sí mismos como instrumentos de sus clubs -parte de la estructura-. Se han convertido en órganos de propaganda, no en periódicos". Dejando a un lado los evidentes motivos económicos que sustentan este modelo (“cada victoria del Madrid supone un extra de 10.000 ventas” indica Lowe citando al director de un periódico madrileño) también existen otros de índole puramente periodística.

En demasiadas ocasiones el periodismo especializado en deporte parece caer en la tentación de reproducir algunos de los atributos que convierten al espectáculo deportivo en algo tan atractivo para la sociedad y para ellos mismos, en detrimento de la información sobre el acontecimiento en sí. Cuando el periodismo deportivo prefiere ser deportivo a ser periodismo, vulnera la función social encargada a todo profesional de la información y lo hace básicamente sustituyendo los valores periodísticos por valores deportivos o, mejor dicho, antideportivos. Las permutas más habituales son las que hacen sacrificar la ‘objetividad’ por el‘enfrentamiento’ y el ‘rigor’ a cambio de ‘entretenimiento’.
  • El periodismo deportivo sacrifica un principio tan consustancial como la objetividad cuando se imbuye del espíritu de enfrentamiento propio del deporte. En esos casos, el periodista acaba tomando partido por un equipo o un deportista abandonando no sólo la objetividad, sino también su neutralidad. Esto supone aceptar la condición del periodismo como un oficio continuista cuyo único objetivo es mantener y aumentar un determinado perfil de audiencia al que parece que lo único que le interesa es que su equipo gane cada domingo en el terreno de juego y todos los días en la portada de su periódico.
  • El deporte entendido como espectáculo -que es la dimensión que predomina en la actualidad- es puro entretenimiento, factor que comparte con el periodismo. Sabido es que la prensa debe guardar un equilibrio en la información, la formación y el entretenimiento, pero esta última función se exagera en la prensa deportiva hasta el punto de sacrificar el rigor del relato periodístico por hacerlo más atractivo. El periodismo deportivo de hoy parece tener más de deportivo que de periodismo, demostrando un mayor empeño por buscar el entretenimiento de la audiencia que por cumplir su compromiso con la verdad.
Estas contaminaciones se entienden cuando se conoce un perfil de periodista deportivo muy presente en la profesión. Es aquel en el que su amor por el deporte resulta muy superior la vocación por el periodismo, estableciéndose así la figura del ‘forofo metido a periodista’ con una probidad nula hacia su profesión. Éste, en sintonía con la dirección del medio para el que trabaja, suele percibir una imagen del público como hinchada, produciéndose una identificación total entre el lector/oyente/televidente que consume la información deportiva y el seguidor de alguno de los participantes en la competición sobre la que se informa. Según esta idea, el público-hincha querrá de la misma manera que su equipo salga siempre vencedor en el terreno de juego y en los relatos de los medios. Este periodismo militante no podría sostenerse si no fuera porque es lo que se percibe que más réditos produce.

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