Mucho ha cambiado el ‘Caiga Quien Caiga’ desde que llegó a España allá por 1996. Lo que era un atractivo formato por lo original de su forma y por su fondo contestatario contra el poder, poco a poco ha ido degenerando en lo que es hoy: un programa lleno de demagogia y malas artes. En la época del Gran Wyoming la rebeldía era una actitud. Ahora sólo es un fin en sí mismo; una pose pretendida. Dan buen ejemplo de ello todos los efectos de post-producción con los que aderezan torticeramente sus vídeos o gestos como el continuo intento por pretender hacer ver que se cuelan intrépidamente en eventos para los que no están acreditados, cuando en realidad sí lo están.
‘Que la realidad no estropee nunca una buena historia’ es básico en el CQC. Ayer, el programa emitió un reportaje en el que se pretendía denunciar que utilizar la bicicleta por la capital es algo poco más que imposible en la vida diaria. Pues bien, hasta en algo tan fácilmente demostrable, CQC decidió manipular. Lo hizo cuando intentaron hacer ver que en los trenes madrileños no se permitía introducir bicicletas. La reportera fue a la estación de Atocha para comprar un billete hacia Fuenlabrada. Cuando preguntó si podía llevar una bicicleta los responsables le respondieron que no. Así demostraban que es imposible compatibilizar la bicicleta y el transporte público para moverse por Madrid. Pero el asunto tenía un truco oculto. En lugar de dirigirse a la red de Cercanías (que es la que se utiliza para este tipo de desplazamientos), CQC solicitó un billete en un TRD (tren regional).
A continuación se indicaba que tampoco se permitía viajar con bicicleta en los AVE o Altaria, pero ¿cuánta gente utiliza esos trenes de largo y medio recorrido en sus viajes diarios? Es la red de Cercanías la que cumple esa función de conectar la capital con los principales puntos de la periferia de la región. Pero en esa ventanilla no preguntaron. Como tampoco lo hicieron en la de Metro. En ambas, se permite el uso de bicicletas, aunque con restricciones lógicas en horas punta. Contarlo hubiera sido más honesto y no hubiera restado un ápice de verdad a lo que se denunciaba, pero no lo hicieron. Tal vez no querían que la realidad limpiara, aunque levemente, la suciedad que se empeñan en denunciar.
Etiquetas: Periodismo
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