El fútbol no se convirtió en el espectáculo más apasionante del mundo por tipos como Juande o Benítez. Si el balompié hubiera dependido en exclusiva de gente como ellos, hoy gozaría de tanto atractivo como el ajedrez. Afortunadamente la historia de este deporte la han escrito hombres como Bill Shankly. Entrenador del Liverpool en las décadas de los 60 y 70, más que por el juego valiente que logró imprimir en su equipo o por las numerosas victorias cosechadas con los Reds, Shankly es recordado por ser el autor de una frase mítica: “El fútbol no es una cuestión de vida o muerte; es mucho más que eso”. Sin embargo, ejemplos como el Real Madrid-Liverpool de ayer demuestran cuan reducida resulta la mirada con la que algunos conciben el fútbol. Para Juande y Benítez sólo se trató de vida o muerte. Concretamente, lo único que les preocupó fue no morir. El encuentro resultó tan táctico y aburrido (valga la redundancia) como se esperaba. Ambos entrenadores son expertos en este tipo de planteamientos, aunque Benítez partía con ventaja. Rafa lleva ya un lustro en Liverpool trabajando con esa filosofía y, además, contaba con la vuelta en Anfield. Juande, en cambio, debía combatir contra el propio espíritu de su club. El público del Bernabéu sólo anima incondicionalmente en dos circunstancias: partidos contra el Barça y grandes noches europeas. Cuando lo hace y, pese a la cursilería del tópico, verdaderamente se convierte en el jugador número 12. Pero el planteamiento del manchego lo desactivó. En los dos banquillo se hubiera firmado un 0-0, pero el partido se debía jugar. La posibilidad de que hubiera algún tanto quedó limitada a que se produjera una genialidad, un descuido o un acontecimiento aislado. El margen para que el gol llegara fruto de la calidad quedó agotado con las ocasiones de Robben y Torres. Finalmente fue un error de Heinze al hacer una falta estúpida y el acierto de Benayoun al rematarla los que hicieron que la moneda cayera del lado de Benítez. Pero de igual manera podría haber salido cara para Juande. Realmente, en encuentros como este hasta resultaría normal que quedara de canto.
El fútbol, que nació como deporte, se transformó en espectáculo en poco tiempo. Lamentablemente la última mutación lo convirtió para muchos en un negocio en el que sólo es cuestión de ganar o perder; sólo es cuestión de vida o muerte, despreciando todo lo demás, que es lo que lo hizo verdaderamente grande.
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