Felicidades Río

No ganó la candidatura que más podía hacer por los Juegos, pero ganó la candidatura por la que los Juegos pueden hacer más.

Parabens Río.

El corazón no entiende de razones

Tenemos una corazonada, pero poco más. Atendiendo a la razón, cabe preguntarse cuántos de los 96 miembros del COI nos van a votar. Los europeos cuyos países presentarán presumiblemente candidatura para 2020 desde luego que no, ya que dos Juegos seguidos en el Viejo Continente harían imposibles unos terceros. Eso descarta a franceses (2), italianos (5), rusos (3), alemanes (3), húngaros (2) y el checo (1). Tampoco hay que contar con el portugués (1), que apoya a Río. Y luego hay que tener en cuenta que es posible que otros miembros europeos no quieran cerrarse las puertas por si en un futuro no muy lejano alguna ciudad de su país se anima a presentarse.
Pero la rotación de continentes no es el único problema. El lógico apoyo que recibiríamos desde latinoamérica se ve en esta ocasión amenazado por Río. Tampoco hay que olvidar que Jacques Rogge, presidente del COI, no ha ocultado su deseo de que Sudamérica acoja unos Juegos, por lo que muchos miembros que le deben el puesto al belga estarán interesados en contentar al jefe. También juegan en contra de Madrid los intereses económicos. Una de las principales fuentes de financiación del COI son los derechos televisivos de los Juegos. Dado que los que más dinero ponen son los americanos, a estos siempre les interesa que se celebren en un lugar cuyos horarios sean similares a los suyos, lo cual no ocurre ni con Madrid ni con Tokio. Y por si fuera poco existen otros elementos desalentadores: la cercanía de unos Juegos en España (Barcelona 92), la perdida de la influencia de Juan Antonio Samaranch, la gran deuda de la ciudad y las malas expectativas económicas de nuestro país... Realmente, Madrid sólo tiene un punto a favor: que técnicamente es el mejor proyecto, pero ya sabemos que ésta, como el resto de las razones anteriormente expuestas y todas las demás, pueden importar poco. Al final se trata de 96 personajes que votan en secreto lo que quieren, según sus filias, sus fobias, su conciencia y, sobre todo, sus intereses personales. Por eso la corazonada aún es posible. Y si no, siempre se puede reutilizar el magnífico logo de la mano para dedicárselo a los miembros del COI.

Exclusivitis


El diario Marca anunciaba en su portada del pasado miércoles que Xavi sería elegido por la Uefa como mejor futbolista de la Liga de Campeones. La noticia, que fue presentada como una exclusiva, ha terminado por no ser ni una cosa ni la otra, pues el galardonado con tal premio ha sido Messi. Más allá del error, lo que llama la atención es que el diario no consideraba relevante la noticia en sí, sino que ellos la daban en exclusiva. Porque si para ellos el premio mereciera tanta importancia como para llevarlo a la portada lo habrían incluido en la edición de hoy, cosa que no han hecho. Así nubla los sentidos la ´exclusivitis´, haciendo creer que la relevancia de una noticia no depende tanto de su trascendencia sino de si soy el único medio en publicarla

Barça y Athletic: Un sabor muy... español


Alguno podría pensar que es una manera de resarcirse ante aquella monumental pitada al himno nacional en la final de Copa celebrada en Valencia. La cosa es que durante la vuelta de la Supercopa del pasado domingo en el Camp Nou, en algunos momentos del partido podía leerse en las vallas publicitarias colocadas a ras de césped el siguiente mensaje: "España. Un sabor... muy nuestro". El anuncio era de una marca de embutidos, pero no hay que negar que tiene gracia la cosa.




La devaluación de la cita célebre

“Las vanas pretensiones caen al suelo como las flores. Lo falso no dura mucho”. La frase se atribuye a Marco Tulio Cicerón, político y escritor de la antigua Roma del cual no he leído ningún libro. No hace falta. Hoy internet ofrece todo tipo de frases célebres sin necesidad de haber estudiado el trabajo de su autor. Una suerte para todo aquel que quiera parecer más culto de lo que realmente es. Al fin y al cabo, como decía Maquiavelo, “pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”.

Antaño, este tipo de citas recubrían a quienes la utilizaban de una pátina de intelectualidad. Hoy cualquier pretencioso con ínfulas y una conexión a internet es capaz de colarlas en sus propios textos. Aunque es fácil distinguir al erudito del farsante. Basta con leer todo lo demás. Y es que, como reza el dicho popular, “aunque la mona se vista de seda…”