Un 2010 futbolístico inquietante

Que 2009 haya sido cuasi perfecto para el Barça supone que fue un mal año para el Madrid. Pero toda situación es suceptible tanto de mejorar para unos como de empeorar para los otros. En 2010 la final de la Liga de Campeones se celebra en el Santiago Bernabéu. ¿Se puede imaginar satisfacción mayor para el barcelonismo que ganar el torneo continental más importante en casa del eterno enemigo? ¿Cabe en la imaginación del madridismo peor humillación que ver a los aficionados del máximo rival profanando la Cibeles con sus celebraciones?
Es posible encontrar argumentos filosóficos y religiosos en contra de que esto vaya a ocurrir. Schopenhauer diría que la felicidad nunca puede ser plena y un católico recordaría aquello de "Dios aprieta pero no ahoga". Pero al contrario existe un factor tan esperanzador desde la óptica culé como inquietante para la salud mental de los blancos. Es este anuncio de Master Card que se puede ver en el Metro de Madrid.



En el cartel se anuncia la final y la posibilidad de comprar entradas para ella a través de la firma de tarjetas de crédito. En la fotografía aparece lo que ha de contemplarse como una visión del Bernabéu el día del encuentro decisivo y a dos aficionados con los brazos en altos celebrando. Uno vestido de azul y el otro de grana, forman una sutil combinación de colores. Inquietante, ¿no? Quizá el dinero sepa algo que la filosofía y el dinero desconocen. Al madridismo sólo le queda rezar a Schopenhauer.

Donde vive la imaginación



Los sueños incumplidos producen monstruos. Es algo que le debe ocurrir a todo el mundo (a no ser que seas Pep Guardiola). Por eso es recomendable llevarse bien con ellos. Spike Jonze se adentra en esos sentimientos de frustración y miedo con Donde viven los monstruos, una película tierna y turbadora a partes iguales. Se estrenó el pasado 18 de diciembre, el mismo día que Avatar.
"El cine lo revolucionaron los hermanos Marx, Hitchcock, John Ford, los neorrealistas, los autores de la nouvelle vague... Ninguno era técnico. Eran artistas" decía Javier Ocaña en El País sobre Avatar. La última superproducción de James Cameron está rompiendo la taquilla mundial gracias, "solamente", a su técnica en 3 dimensiones. Nadie destaca la historia que cuenta porque eso parece ser que es lo de menos. Personalmente, a mi hace mucho tiempo que dejaron de impresionarme los efectos especiales (al fin y al cabo, el 3D no es más que otro efecto). No digo que no tenga valor, que lo tiene y mucho, pero ya he asumido que con la informática todo es posible. El asombro, único sentimiento que son capaces de despertar esos recursos, está por lo tanto más que amortizado.
Donde viven los monstruos y Avatar están en las antípodas la una de la otra. En el trabajo de Spike Jonze la técnica es sólo una herramienta para contar una historia fantástica sobre sentimientos. Los monstruos protagonistas son encarnados por actores reales dentro de disfraces no mucho más sofisticados que los de Barrio Sésamo (salvo por la manera en que se han conseguido las expresiones de sus caras). Pero sirven para contar algo. ¿Acaso no se trataba de eso?

Antena 3 ¿noticias?

Muchos han sido los teóricos que han tratado de identificar los factores por los cuales un hecho se convierte en noticia para los medios de comunicación. En los años 70 del siglo pasado Carl Warren señaló como criterios básicos la actualidad del acontecimiento, la proximidad que guarda con respecto a su audiencia, la relevancia de sus protagonistas, la curiosidad que despierta, el conflicto que origina, el suspense sobre su futuro, la emoción que pueda suscitar y las consecuencias que acarrea.
Lamentablemente todos estos factores pueden pasarse por alto cuando un acontecimiento afecta al medio que tiene la oportunidad de difundirlo como noticia. Me explico. Hace casi un mes, sin saber cómo, acabé viendo parte del informativo de la noche de Antena 3. Contemplé atónito cómo Matías Prats daba paso a cuatro piezas seguidas a cada cuál más absurda. Una era sobre el estreno, dentro de un par de semanas por aquel entonces, de la película Planet 51, (producida por una empresa del Grupo Planeta, accionista de Antena 3); otra sobre cómo se vendían los libros ganador y finalista del premio Planeta; una tercera acerca de los premios Ondas, exclusivamente en referencia a los que había conseguido Antena 3; y finalmente, una en la que se anunciaba el regreso a la cadena de la serie El Internado. El escupitajo a la teoría de Warren no podría contener más moco. Bueno, quizá sí, porque ese día no hubo la típica información sobre lo mucho que han crecido los ingresos del grupo Antena 3, atendiendo a cualquier lectura, por disparatada que sea, del libro de cuentas.



Casi prefiero el lado abiertamente sensacionalista de Antena 3. No me refiero a su querencia por los sucesos truculentos, sino más bien a su habilidad por explotar la general propensión humana por admirar la belleza. Es decir, a enseñar carne. Raro es el día en que no hay un video sobre una lista publicada en cualquier revista donde se eligen a las actrices más sexys de Hollywood, sobre la sesión fotográfica de unas modelos para la elaboración de un calendario o sobre el último modelo de sujetador de una prestigiosa marca de lencería. El recurso a la belleza engancha a la audiencia. Tanto es así, que este año los bloques de deportes de entre semana ya no los presentan los periodistas José Antonio Luque y Ángel Rodríguez. Ahora lo hacen las periodistas, pero sobre todo guapísimas, Pilar Galán y Mónica Martínez. En calidad informativa no sé si se habrá ganado, pero seguro que no era de eso de lo que se trataba con el cambio.