Un banco reduce su horario de atención al público dejando de abrir los sábados por la mañana. La gente que trabaja de lunes a viernes no podrá acudir a sus oficinas el fin de semana, por lo que se verá obligada a ausentarse de su lugar de trabajo (si pueden) cada vez que necesiten algo de la entidad a la que han confiado sus ahorros.
Parece una faena para los clientes ¿verdad? Pues para el banco es todo lo contrario, ya que lo anuncian como una medida para mejorar el servicio que presta. El cartel es tan real como absurdo el argumento que representa.
Siguiendo este gusto por el dislate, quizá dentro de poco encontremos carteles que digan: Déjenos su dinero para que nosotros nos lucremos y, a cambio, le cobraremos unas cuantas comisiones.
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