John Carlin narra con admiración cómo la inteligencia de Mandela y el poder del rugby fueron capaces de hacer realidad la utopía de la concordia en Sudáfrica
Género: ENSAYO
Autor: JOHN CARLIN
Título original: PLAYING THE ENEMY
Traductora: Mª LUISA RODRÍGUEZ TAPIA
Editorial: SEIX BARRAL
Edición: 2009, BARCELONA
Páginas: 360
Precio: 19 €
ISBN: 978-84-322-0910
El reciente estreno de Invictus, la película dirigida por Clint Eastwood basada en el libro El factor humano, de John Carlin, ha revitalizado el interés por la ya de por sí exitosa obra del periodista inglés. La nueva edición sustituye en su portada la mítica fotografía de Nelson Mandela entregando la copa del mundo de rugby a François Pienaar -capitán de la selección sudafricana- por el cartel del filme. En él se prescinde de todo el simbolismo de aquella escena real a cambio del retrato de los actores Morgan Freeman y Matt Damon en planos diferentes. La decisión, entendible desde el punto de vista de la mercadotecnia, no deja de resultar algo injusta para el libro, ya que éste abarca mucha más historia en sus 360 páginas que lo que han sido capaces de recoger los 133 minutos de cinta. Las diferencias entre ambas visiones recomiendan acercarse primero al texto escrito, ya que éste fue el embrión para la película, aunque lo cierto es que ambos se gestaron de una forma más o menos paralela.

Pese a hablar de lo mismo, la mirada que ofrece la película no puede ser igual que la propuesta en el libro. La diferencia en el enfoque no se debe únicamente a las dispares exigencias que conllevan el lenguaje audiovisual y el literario. John Carlin es, ante todo, un periodista, por lo que su obra está concebida con el afán divulgativo y la estructura dinámica propios del reportaje. Como si de un encuentro de rugby se tratara, el objetivo del El factor humano es el ‘ensayo’, con una tesis bien definida según la cual Mandela supo utilizar a su favor el poder simbólico del deporte para lograr sus fines políticos. Pero si nos alejamos del catálogo estricto de opciones que marca el horizonte de expectativas propio de la literatura, más que como un ensayo, cabría identificar la obra como un reportaje interpretativo propio de aquello que se dio en llamar hace años como “Nuevo Periodismo”. Sin ser ficción la obra contiene la historia propia de una novela de superación colectiva. Lo narrado contiene tal fuerza épica y dramática, que basta por sí solo para construir un relato atractivo -de ahí su versión cinematográfica-. Pero la más importante aportación del autor es acompañar ese relato con una interpretación constante y documentada sobre los hechos y los personajes que lo protagonizan.
El libro habla al lector desde la voz de un narrador omnisciente que, aunque se mantiene ajeno al relato, lo vivió tan de cerca que llega a parecer el autor de un cuento creado por él. Carlin no sólo incluye citas literales de los protagonistas. Su trabajo de documentación, a través del material que recopiló en su época de corresponsal y, sobre todo, mediante la multitud de charlas y entrevistas posteriores que realizó ex profeso para preparar el libro, le permiten erigirse como un adecuado interprete de los pensamientos y emociones de aquellos que jugaron un papel básico en la reconciliación sudafricana, pero también de los que sin ocupar grandes titulares en la prensa del momento, representaron con sus vivencias personales el factor humano del milagro. El libro tiene como hilo argumental las decisiones políticas y sociales que fue tomando Mandela para llevar a cabo una revolución pacífica. En este sentido se ofrecen importantes semblanzas del propio Nelson Mandela, de miembros del gobierno blanco como el presidente P.W. Botha o el ministro de justicia Kobie Coetsee, incluso de jugadores clave del equipo sudafricano de rugby, como su capitán François Pienaar. Pero tan importante resulta ese nivel como el que pertenece a lo que Unamuno llamaría la ‘intrahistoria’, compuesta por aquellos ciudadanos que desde un segundo plano vivieron y participaron en el proceso. Se utiliza un perspectivismo compuesto por casos como los de Christo Brand; carcelero de Nelson Mandela, Morne du Plessis; mánager de la selección sudafricana de rugby; Justice Bekebeke, activista anti-Apartheid condenado a muerte; o Linga Moonsamy, guardaespaldas del presidente Mandela. Sus respectivos aconteceres van salpicando la narración de unos hechos cuyo significado no podría comprenderse con la profundidad debida sin entender las posturas enconadas de quienes sufrieron la opresión y los que la justificaron y perpetuaron por temor a la venganza. Por ello el autor opta por una estructura in media res, comenzando el libro por el día de la final entre Sudáfrica y Nueva Zelanda para, a partir de ahí, ir construyendo un planteamiento de partida en el que la constatación de la dureza de las condiciones que vivió la población negra resulta imprescindible para valorar la importancia del nudo y lo maravilloso de un desenlace basado en la negación de la venganza. Según avanza el libro la narración se asienta en un orden cronológico que ayuda a aumentar el ritmo, especialmente cuando comienza la Copa del Mundo, momento a partir del cual la intensidad emocional vive un continuo crescendo.


1 comentarios:
Un trabajo periodístico de tanta calidad no debería servir como mera nota académica. Dados los recientes acontecimientos en Sudáfrica y el inminente mundial, el tema vuelve a estar de plena actualidad y este análisis cobra mayor interés. Ya que es perfectamente publicable, ¿por qué no lo mueves?
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