Las declaraciones de Evo Morales en las que vinculaba la homosexualidad a la ingesta de pollo engordado con hormonas femeninas han desatado una gran polémica en todo el mundo. El presidente boliviano expuso ésta y otras ideas de similar nivel -como que la calvicie de los europeos se debe a su dieta-, dentro de una conferencia sobre ecología en la que aprovechó para arremeter con dureza contra el sistema capitalista.
Para entender cómo un Jefe de Estado es capaz de articular pensamientos tan peregrinos resulta necesario conocer la situación educativa que vive su país. Morales aprovecha el analfabetismo funcional que sufre gran parte de la población agrícola de Bolivia para propagar este tipo de teorías que, si bien resultan absurdas a ojos de la comunidad científica internacional, logran convencer a aquellos a quienes verdaderamente se dirige el líder indígena. No hay que olvidar que la mayor parte de sus apoyos electorales proceden de los sectores que tradicionalmente han tenido más dificultades para acceder a una educación de calidad. Ante una audiencia de escaso nivel cultural resulta tan sencillo como práctico propagar barbaridades como que la homosexualidad es poco más que una enfermedad, que el hombre indígena es más sano que el europeo o que los países occidentales están enfermos por culpa de sus avanzados sistemas de vida. Estos planteamientos se encaminan a exaltar el orgullo nacional presentando a los indígenas bolivianos como un pueblo que no ha sido corrompido por el capitalismo.
Hechos como que gran parte de la población rural de Bolivia viva anclada en usos y tradiciones arcaicas, que sea un país aislado internacionalmente (más allá de las relaciones que pueda guardar con otros regímenes similares al estilo del venezolano) o que en él no se respeten derechos básicos como el de la libre elección sexual, se comprenden mejor cuando se escuchan este tipo de intervenciones públicas a cargo del máximo responsable político de ese Estado.
Etiquetas: Política
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